Aumento del sobrepeso y la obesidad infantil.
La obesidad infantil es uno de los problemas de salud pública más graves del siglo XXI. El problema es mundial y está afectando progresivamente a muchos países de bajos y medianos ingresos, sobre todo en el medio urbano. La prevalencia ha aumentado a un ritmo alarmante. Se calcula que en 2016, más de 41 millones de niños menores de cinco años en todo el mundo tenían sobrepeso o eran obesos. Cerca de la mitad de los niños menores de cinco años con sobrepeso u obesidad vivían en Asia y una cuarta parte vivían en África.
Los niños obesos y con sobrepeso tienden a seguir siendo obesos en la edad adulta y tienen más probabilidades de padecer a edades más tempranas enfermedades no transmisibles como la diabetes y las enfermedades cardiovasculares. El sobrepeso, la obesidad y las enfermedades conexas son en gran medida prevenibles. Por consiguiente, hay que dar una gran prioridad a la prevención de la obesidad infantil.
La prevalencia del sobrepeso y la obesidad en niños y adolescentes se define de acuerdo con los patrones de crecimiento de la OMS para niños y adolescentes en edad escolar (sobrepeso = el IMC para la edad y el sexo con más de una desviación típica por encima de la mediana establecida en los patrones de crecimiento infantil de la OMS, y obesidad = el IMC para la edad y el sexo con más de dos desviaciones típicas por encima de la mediana establecida en los patrones de crecimiento infantil de la OMS).
¿Qué son el sobrepeso y la obesidad?
El sobrepeso y la obesidad se definen como «una acumulación anormal o excesiva de grasa que supone un riesgo para la salud».
Medición del sobrepeso y la obesidad
Resulta difícil encontrar una forma simple de medir el sobrepeso y la obesidad en niños y adolescentes porque su organismo sufre una serie de cambios fisiológicos a medida que van creciendo. Dependiendo de la edad, existen varios métodos para determinar qué es un peso corporal saludable:
Entre los 0 y los 5 años
Los Patrones de crecimiento infantil de la OMS, presentados en abril de 2006, incluyen mediciones del sobrepeso y la obesidad en lactantes y niños de hasta 5 años.

Cómo prevenir la obesidad infantil
Desde el primer contacto con el bebé, se tiene como objetivo potenciar la prevención de la obesidad y sobrepeso infantil a través de la educación a los padres. Por eso, desde la primera visita, se entrega a los padres información sobre el riesgo y la prevención del EPI:
1. Lactancia materna prolongada 2-3 años y no sólo los seis primeros meses de vida. Si la lactancia es artificial mantener la leche de Inicio todo el primer año y cambiar a vaso a partir del año.
2. Comer en familia sin ver pantallas
3. Dar ejemplo comiendo saludablemente todos los familiares y el entorno del niño.
4. Consumir más frutas y verduras (mínimo cinco al día).
5. Tener comida saludable siempre a la vista y al alcance (zanahorias cortadas y peladas, coliflor, tomates, frutos secos con cáscara -recordad que los frutos secos no deben ser ofrecidos hasta los 4-5 años de edad-, etc.).
6. Porciones adecuadas a la edad, actividad y tamaño del niño. Los platos de los niños han de ser más pequeños que los de adultos.
7. Hacer la lista de la compra con tiempo y calma, además de programar los menús varios días antes. La improvisación y las prisas llenan el carro de comida precocinada, embutidos y, en general, de productos muy procesados poco saludables.
8. No tener en casa patatas fritas, aperitivos, bebidas azucaradas, bollería (incluidas las galletas), lácteos azucarados, natillas, etc., aunque en la familia no haya sobrepeso. Toda la familia debe comer saludablemente, sino la situación es vivida como un castigo al niño con genética «ahorradora».
9. Más actividad física diaria: ir al colegio andando, pasear y jugar cada día al exterior; los fines de semana hacer excursiones a pie en familia, en lugar de ir a centros comerciales a «pasar la tarde». Estar inscrito en actividades deportivas, por ejemplo.
Además, hay que tener claros los factores que favorecen la obesidad y el sobrepeso infantil, para aprender a evitarlos:
· Excesivo aporte de proteínas (carne, pescado, embutido…) en la dieta diaria.
· Dar papillas azucaradas y galletas ya en el primer año de vida (las galletas son bollería a cualquier edad).
· Animar a comer al bebé sin respetar/reconocer signos de saciedad: girar la cara, cerrar la boca, decir «no» con la cabeza, taparse la boca, llorar, gritar. En los niños de más edad no se debe sobornar o hacer «teatro» para conseguir que coman más.
· Leches de crecimiento -algunas con cereales, galletas y/o cacao Incorporados- en dosis excesivas y mantenidas durante largos periodos de tiempo. El 60% de estas leches lleva azúcares añadidos.
· Tomar cereales azucarados, mal llamados «de desayuno», de manera habitual.
· Dosis excesivas de comida (que pueden comenzar con sobredosificación de biberones en el caso de no tomar lactancia materna) y animar a que acabe el plato.
· Exceso de tiempo con pantallas: tabletas, móviles, televisión ordenador, consolas.
· Comer fuera de casa con frecuencia, ya que así se eligen pocas hortalizas, bebidas azucaradas en vez de agua, se comen más cantidades de alimentos menos saludables y se piden postres azucarados en vez de fruta.
· Consumo habitual de bebidas azucaradas: lácteos y batidos azucarados o chocolateados, zumos (sean o no caseros), refrescos tipo «deportivo», de cola, de naranja, sabor té, etc.
· Consumo habitual de bollería: galletas, pan brioche, bollos, cruasanes, madalenas, donuts, etc.
· Consumo habitual de aperitivos salados (patatas fritas, ganchitos, triángulos, gusanitos, estrellas, ruedas…) y snacks (barritas de cereales).
· Dormir menos horas de lo aconsejado: de 10 a 15 horas según edades y «personalidades».
· Comer deprisa, sin masticar o mirando pantallas. Comer por aburrimiento, comer por diversión, sobre todo fin de semana y festividades que inundan la vida actual como cumpleaños, carnavales, Navidad, partidos «importantes» de futbol, etc.
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Desde las consultas de pediatría sólo podemos dar información a los padres y a los niños sobre los riesgos de unos malos hábitos de alimentación, pero es muy duro pelear contra ‘superhéroes’ y mensajes confusos que inundan las estanterías de los supermercados”
Alimentación saludable para niños
Los profesionales involucrados con la nutrición y la obesidad infantil recomiendan combatir el sobrepeso de los más pequeños inculcando hábitos de vida saludables desde los primeros años de vida. Manteniendo una alimentación saludable es probable que el riesgo de sufrir obesidad disminuya notablemente.
Adoptar hábitos alimenticios saludables puede parecer complicado, sin embargo, siguiendo las pautas de la pirámide de los alimentos es muy simple brindarles a los niños todas las necesidades nutricionales que su cuerpo necesita.
Podemos enumerar una serie de pequeños cambios que pueden ayudar a prevenir la obesidad infantil desde el hogar.
Servir raciones de comida adecuadas para la edad del niño.
Tener siempre disponible una variedad de frutas, verduras y cereales integrales.
Comprar productos lácteos descremados, semi descremados o bajos en grasa.
Reducir el consumo de carnes rojas y de alimentos provenientes de derivados cárnicos.
Promover el consumo de legumbres y frutos secos.
Evitar el consumo de bebidas azucaradas y jugos, lo ideal es que los niños se acostumbren a beber agua desde pequeños.
Para complementar la dieta equilibrada de los niños se recomienda fomentar el ejercicio físico. Para prevenir la obesidad, los niños deben dedicar al menos una hora por día a realizar una actividad física moderada, evitando así los efectos negativos del sedentarismo.
Es realmente importante que los padres se comprometan con la alimentación de sus hijos porque de lo contrario los niños con exceso de peso pueden llegar a padecer diversas enfermedades y afecciones que pueden durar toda la vida.
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